Elena Ferrante vuelve para encantarnos con esta novela adictiva. Más de 30.000.000 de lectores ya han caído en los enigmas propios de sus obras.
«Dos años antes de irse de casa, mi padre le dijo a mi madre que yo era muy fea». Así empieza esta novela extraordinaria sobre el descubrimiento de la mentira, el amor y el sexo, narrada por la inolvidable voz de Giovanna, una joven empeñada en conocer a su tía Vittoria, incomprensiblemente borrada de las conversaciones y álbumes de fotografías. Con ello desencadenará sin saberlo el desmoronamiento de su familia intelectual y burguesa, perfecta solo en apariencia.
Maestra absoluta de la intriga, Ferrante siembra la trama de sorpresas y anuda prodigiosamente la misteriosa historia familiar y amorosa en torno a una pulsera que pasa de mano en mano. Nadie como ella para describir la complejidad de las pasiones humanas y todas las intermitencias del pensamiento y el corazón.
«Ferrante es una contadora de historias nata, tan extraordinaria y adictiva como mi también adorado John Irving, una escritora clásica en el sentido maravilloso de la palabra.»
Milena Busquets
La critica ha dicho:
«Una historia muy Ferrante. […] Su temible tía Vittoria desgarrada, cruda, fascinante y oscura como si fuera el hada madrina de un cuento [le] descubre un mundo de ciegas pasiones y afectos desproporcionados, de imposiciones, extremos y locuras. Giannina despierta a la edad adulta junto a esa tía. Arrastra a ese submundo […] a sus amigas, las hermanas Angela e Ida. Con ellas tres irán, no hay duda, una legión de lectores.»
Andrea Aguilar, El País
«No se dejen engañar. El mayor misterio no es quién es o quién deja de ser Elena Ferrante […]: el misterio es su escritura y su capacidad de evocación. Un fenómeno torrencial, magnético, imparable.»
Quico Alsedo, El Mundo
«Una pequeña gran historia, […] una obra universal [de] una maestra retratista de todo lo que nos preocupa, de todo lo que nos duele. Es difícil encontrar alguien de quien decir esto y que aún esté entre nosotros. Que en vida ya sea un clásico.»
Víctor M. González, GQ