Pienso en este amor de silencio, recordando aquel momento que nuestras manos se encontraron: el brillo en tus ojos, la sonrisa de tus labios, las palabras de aliento. Y, ahora … ya no se buscan las miradas, se hicieron esquivas; las palabras eternos silencios y las alegrías inmensas tristezas. No se oye en el jardín el trinar de los pájaros, las golondrinas ya no bailan en el cielo… He deshojado muchas margaritas, sus pétalos agonizan en el suelo; se secan en una triste agonía. Las flores no tienen su color especial, ya no huelen el jazmín ni el romero. Tengo el corazón preñado de amor que da a luz con cada amanecer… pero se consume en un infierno de hielo.